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Capítulo 10
Pedro y Cornelio
10:1 Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía
llamada la Italiana,
10:2 piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas
limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.
10:3 Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que
un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio.
10:4 El, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le
dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.
10:5 Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene
por sobrenombre Pedro.
10:6 Este posa en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al
mar; él te dirá lo que es necesario que hagas.
10:7 Ido el ángel que hablaba con Cornelio, éste llamó a dos de sus criados,
y a un devoto soldado de los que le asistían;
10:8 a los cuales envió a Jope, después de haberles contado todo.
10:9 Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la
ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta.
10:10 Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo,
le sobrevino un éxtasis;
10:11 y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran
lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra;
10:12 en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves
del cielo.
10:13 Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come.
10:14 Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he
comido jamás.
10:15 Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú
común.
10:16 Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el
cielo.
10:17 Y mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí sobre lo que
significaría la visión que había visto, he aquí los hombres que habían sido
enviados por Cornelio, los cuales, preguntando por la casa de Simón, llegaron a
la puerta.
10:18 Y llamando, preguntaron si moraba allí un Simón que tenía por
sobrenombre Pedro.
10:19 Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí,
tres hombres te buscan.
10:20 Levántate, pues, y desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los
he enviado.
10:21 Entonces Pedro, descendiendo a donde estaban los hombres que fueron
enviados por Cornelio, les dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la
causa por la que habéis venido?
10:22 Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios,
y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido
instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a su casa para oír tus
palabras.
10:23 Entonces, haciéndoles entrar, los hospedó. Y al día siguiente,
levantándose, se fue con ellos; y le acompañaron algunos de los hermanos de
Jope.
10:24 Al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando,
habiendo convocado a sus parientes y amigos más íntimos.
10:25 Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus
pies, adoró.
10:26 Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy
hombre.
10:27 Y hablando con él, entró, y halló a muchos que se habían reunido.
10:28 Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío
juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún
hombre llame común o inmundo;
10:29 por lo cual, al ser llamado, vine sin replicar. Así que pregunto: ¿Por
qué causa me habéis hecho venir?
10:30 Entonces Cornelio dijo: hace cuatro días que a esta hora yo estaba en
ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de
mí un varón con vestido resplandeciente,
10:31 y dijo: Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus limosnas han sido
recordadas delante de Dios.
10:32 Envía, pues, a Jope, y haz venir a Simón el que tiene por sobrenombre
Pedro, el cual mora en casa de Simón, un curtidor, junto al mar; y cuando
llegue, él te hablará.
10:33 Así que luego envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues,
todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios
te ha mandado.
10:34 Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios
no hace acepción de personas,
10:35 sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.
10:36 Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de
la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos.
10:37 Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde
Galilea, después del bautismo que predicó Juan:
10:38 cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret,
y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el
diablo, porque Dios estaba con él.
10:39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la
tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero.
10:40 A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase;
10:41 no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de
antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los
muertos.
10:42 Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el
que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.
10:43 De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él
creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.
10:44 Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó
sobre todos los que oían el discurso.
10:45 Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se
quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del
Espíritu Santo.
10:46 Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.
10:47 Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para
que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como
nosotros?
10:48 Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron
que se quedase por algunos días.
Capítulo 11
Informe de Pedro a la iglesia de Jerusalén
11:1 Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, que también los
gentiles habían recibido la palabra de Dios.
11:2 Y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con él los que eran de la
circuncisión,
11:3 diciendo: ¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has
comido con ellos?
11:4 Entonces comenzó Pedro a contarles por orden lo sucedido, diciendo:
11:5 Estaba yo en la ciudad de Jope orando, y vi en éxtasis una visión; algo
semejante a un gran lienzo que descendía, que por las cuatro puntas era bajado
del cielo y venía hasta mí.
11:6 Cuando fijé en él los ojos, consideré y vi cuadrúpedos terrestres, y
fieras, y reptiles, y aves del cielo.
11:7 Y oí una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come.
11:8 Y dije: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda entró jamás en
mi boca.
11:9 Entonces la voz me respondió del cielo por segunda vez: Lo que Dios
limpió, no lo llames tú común.
11:10 Y esto se hizo tres veces, y volvió todo a ser llevado arriba al
cielo.
11:11 Y he aquí, luego llegaron tres hombres a la casa donde yo estaba,
enviados a mí desde Cesarea.
11:12 Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también
conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón,
11:13 quien nos contó cómo había visto en su casa un ángel, que se puso en
pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por
sobrenombre Pedro;
11:14 él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa.
11:15 Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también,
como sobre nosotros al principio.
11:16 Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo:
Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu
Santo.
11:17 Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que
hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?
11:18 Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios,
diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento
para vida!
La iglesia en Antioquía
11:19 Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución
que hubo con motivo de Esteban,
pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino
sólo a los judíos.
11:20 Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales,
cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el
evangelio del Señor Jesús.
11:21 Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se
convirtió al Señor.
11:22 Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en
Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía.
11:23 Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a
todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor.
11:24 Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran
multitud fue agregada al Señor.
11:25 Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo; y hallándole, le
trajo a Antioquía.
11:26 Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha
gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía.
11:27 En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía.
11:28 Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo,
daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra
habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio.
11:29 Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía,
determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea;
11:30 lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de
Bernabé y de Saulo.
Capítulo 12
Jacobo, muerto; Pedro, encarcelado
12:1 En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para
maltratarles.
12:2 Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan.
12:3 Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender
también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura.
12:4 Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro
grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen; y se proponía
sacarle al pueblo después de la pascua.
12:5 Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin
cesar oración a Dios por él.
Pedro es librado de la cárcel
12:6 Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro
durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de
la puerta custodiaban la cárcel.
12:7 Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en
la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate
pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos.
12:8 Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le
dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme.
12:9 Y saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad lo que hacía el
ángel, sino que pensaba que veía una visión.
12:10 Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta
de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos,
pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él.
12:11 Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente
que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de
todo lo que el pueblo de los judíos esperaba.
12:12 Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan,
el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando.
12:13 Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escuchar una
muchacha llamada Rode,
12:14 la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta,
sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta.
12:15 Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era.
Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!
12:16 Mas Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y le vieron, se
quedaron atónitos.
12:17 Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo
el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los
hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar.
12:18 Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre
qué había sido de Pedro.
12:19 Mas Herodes, habiéndole buscado sin hallarle, después de interrogar a
los guardas, ordenó llevarlos a la muerte. Después descendió de Judea a Cesarea
y se quedó allí.
Muerte de Herodes
12:20 Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y de Sidón; pero ellos
vinieron de acuerdo ante él, y sobornado Blasto, que era camarero mayor del rey,
pedían paz, porque su territorio era abastecido por el del rey.
12:21 Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el
tribunal y les arengó.
12:22 Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre!
12:23 Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a
Dios; y expiró comido de gusanos.
12:24 Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba.
12:25 Y Bernabé y Saulo, cumplido su servicio, volvieron de Jerusalén,
llevando también consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos.
Capítulo 13
Bernabé y Saulo comienzan su primer viaje misionero
13:1 Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros:
Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había
criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.
13:2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo:
Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
13:3 Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los
despidieron.
Los apóstoles predican en Chipre
13:4 Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a
Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.
13:5 Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas
de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante.
13:6 Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago,
falso profeta, judío, llamado Barjesús,
13:7 que estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este,
llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios.
13:8 Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre),
procurando apartar de la fe al procónsul.
13:9 Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando
en él los ojos,
13:10 dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo,
enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del
Señor?
13:11 Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego,
y no verás el sol por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad
y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano.
13:12 Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó,
maravillado de la doctrina del Señor.
Pablo y Bernabé en Antioquía de Pisidia
13:13 Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de
Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén.
13:14 Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron
en la sinagoga un día de reposo y se sentaron.
13:15 Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales
de la sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra
de exhortación para el pueblo, hablad.
13:16 Entonces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano,
dijo: Varones israelitas, y los que teméis a Dios, oíd:
13:17 El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres, y
enalteció al pueblo, siendo ellos extranjeros en tierra de Egipto,
y con brazo levantado los sacó de ella.
13:18 Y por un tiempo como de cuarenta años los soportó en el desierto;
13:19 y habiendo destruido siete naciones en la tierra de Canaán,
les dio en herencia su territorio.
13:20 Después, como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces
hasta el profeta Samuel.
13:21 Luego pidieron rey,
y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín,
por cuarenta años.
13:22 Quitado éste,
les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He
hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo
que yo quiero.
13:23 De la descendencia de éste, y conforme a la promesa, Dios levantó a
Jesús por Salvador a Israel.
13:24 Antes de su venida, predicó Juan el bautismo de arrepentimiento
a todo el pueblo de Israel.
13:25 Mas cuando Juan terminaba su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? No
soy yo él;
mas he aquí viene tras mí uno de quien no soy digno de desatar el calzado de los
pies.  
13:26 Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre
vosotros teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvación.
13:27 Porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, no conociendo a
Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, las
cumplieron al condenarle.
13:28 Y sin hallar en él causa digna de muerte, pidieron a Pilato que se le
matase.  
13:29 Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas,
quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro.  
13:30 Mas Dios le levantó de los muertos.
13:31 Y él se apareció durante muchos días a los que habían subido
juntamente con él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante
el pueblo.
13:32 Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha
a nuestros padres,
13:33 la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando
a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te
he engendrado hoy.
13:34 Y en cuanto a que le levantó de los muertos para nunca más volver a
corrupción, lo dijo así: Os daré las misericordias fieles de David.
13:35 Por eso dice también en otro salmo: No permitirás que tu Santo vea
corrupción.
13:36 Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación
según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio
corrupción.
13:37 Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción.
13:38 Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia
perdón de pecados,
13:39 y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser
justificados, en él es justificado todo aquel que cree.
13:40 Mirad, pues, que no venga sobre vosotros lo que está dicho en los
profetas:
13:41 Mirad, oh menospreciadores, y asombraos, y desapareced;
Porque yo hago una obra en vuestros días,
Obra que no creeréis, si alguien os la contare.
13:42 Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les
rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas.
13:43 Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos
piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a
que perseverasen en la gracia de Dios.
13:44 El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la
palabra de Dios.
13:45 Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y
rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando.
13:46 Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a
la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto
que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos
volvemos a los gentiles.
13:47 Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo:
Te he puesto para luz de los gentiles,
A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra.
13:48 Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra
del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.
13:49 Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia.
13:50 Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los
principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los
expulsaron de sus límites.
13:51 Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies,   llegaron
a Iconio.
13:52 Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.
Capítulo 14
Pablo y Bernabé en Iconio
14:1 Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y
hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de
griegos.
14:2 Mas los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los
gentiles contra los hermanos.
14:3 Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo,
confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia,
concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios.
14:4 Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y
otros con los apóstoles.
14:5 Pero cuando los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes,
se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos,
14:6 habiéndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a
toda la región circunvecina,
14:7 y allí predicaban el evangelio.
Pablo es apedreado en Listra
14:8 Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies,
cojo de nacimiento, que jamás había andado.
14:9 Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que
tenía fe para ser sanado,
14:10 dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y
anduvo.
14:11 Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz,
diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido
a nosotros.
14:12 Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el
que llevaba la palabra.
14:13 Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad,
trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre
quería ofrecer sacrificios.
14:14 Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y
se lanzaron entre la multitud, dando voces
14:15 y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos
hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os
convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en
ellos hay.
14:16 En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus
propios caminos;
14:17 si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos
lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría
nuestros corazones.
14:18 Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud
les ofreciese sacrificio.
14:19 Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que
persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera
de la ciudad, pensando que estaba muerto.
14:20 Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al
día siguiente salió con Bernabé para Derbe.
14:21 Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos
discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía,
14:22 confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que
permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas
tribulaciones entremos en el reino de Dios.
14:23 Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos,
los encomendaron al Señor en quien habían creído.
El regreso a Antioquía de Siria
14:24 Pasando luego por Pisidia, vinieron a Panfilia.
14:25 Y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia.
14:26 De allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados a
la gracia de Dios para la obra que habían cumplido.
14:27 Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuán grandes
cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a los
gentiles.
14:28 Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos.
Capítulo 15
El concilio en Jerusalén
15:1 Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os
circuncidáis conforme al rito de Moisés,
no podéis ser salvos.
15:2 Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con
ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de
ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión.
15:3 Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por
Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo
a todos los hermanos.
15:4 Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles
y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos.
15:5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se
levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley
de Moisés.
15:6 Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este
asunto.
15:7 Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones
hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los
gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen.
15:8 Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el
Espíritu Santo
lo mismo que a nosotros;
15:9 y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe
sus corazones.
15:10 Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los
discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?
15:11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de
igual modo que ellos.
15:12 Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que
contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos
entre los gentiles.
15:13 Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos,
oídme.
15:14 Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para
tomar de ellos pueblo para su nombre.
15:15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:
15:16 Después de esto volveré
Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído;
Y repararé sus ruinas,
Y lo volveré a levantar,
15:17 Para que el resto de los hombres busque al Señor,
Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,
15:18 Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos.
15:19 Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se
convierten a Dios,
15:20 sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los
ídolos,
de fornicación,
de ahogado y de sangre.
15:21 Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo
predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo.
15:22 Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la
iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y
Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones
principales entre los hermanos;
15:23 y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los
hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria
y en Cilicia, salud.
15:24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los
cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras
almas, mandando circuncidaros y guardar la ley,
15:25 nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y
enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo,
15:26 hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor
Jesucristo.
15:27 Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os
harán saber lo mismo.
15:28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros
ninguna carga más que estas cosas necesarias:
15:29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y
de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.
15:30 Así, pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía, y
reuniendo a la congregación, entregaron la carta;
15:31 habiendo leído la cual, se regocijaron por la consolación.
15:32 Y Judas y Silas, como ellos también eran profetas, consolaron y
confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras.
15:33 Y pasando algún tiempo allí, fueron despedidos en paz por los
hermanos, para volver a aquellos que los habían enviado.
15:34 Mas a Silas le pareció bien el quedarse allí.
15:35 Y Pablo y Bernabé continuaron en Antioquía, enseñando la palabra del
Señor y anunciando el evangelio con otros muchos.
Pablo se separa de Bernabé, y comienza su segundo viaje misionero
15:36 Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los
hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Señor, para
ver cómo están.
15:37 Y Bernabé quería que llevasen consigo a Juan, el que tenía por
sobrenombre Marcos;
15:38 pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había
apartado de ellos desde Panfilia,
y no había ido con ellos a la obra.
15:39 Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se separaron el uno del otro;
Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre,
15:40 y Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos a la
gracia del Señor,
15:41 y pasó por Siria y Cilicia, confirmando a las iglesias.
Capítulo 16
Timoteo acompaña a Pablo y a Silas
16:1 Después llegó a Derbe y a Listra; y he aquí, había allí cierto discípulo
llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego;
16:2 y daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en
Iconio.
16:3 Quiso Pablo que éste fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa
de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre
era griego.
16:4 Y al pasar por las ciudades, les entregaban las ordenanzas que habían
acordado los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, para que las
guardasen.
16:5 Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número
cada día.
La visión del varón macedonio
16:6 Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el
Espíritu Santo hablar la palabra en Asia;
16:7 y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no
se lo permitió.
16:8 Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas.
16:9 Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba
en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos.
16:10 Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia,
dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.
Encarcelados en Filipos
16:11 Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el
día siguiente a Neápolis;
16:12 y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de
Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días.
16:13 Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde
solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían
reunido.
16:14 Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad
de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de
ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.
16:15 Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis
juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a
quedarnos.
16:16 Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una
muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus
amos, adivinando.
16:17 Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos
hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de
salvación.
16:18 Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se
volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de
ella. Y salió en aquella misma hora.
16:19 Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia,
prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades;
16:20 y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo
judíos, alborotan nuestra ciudad,
16:21 y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos
romanos.
16:22 Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las
ropas, ordenaron azotarles con varas.
16:23 Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando
al carcelero que los guardase con seguridad.
16:24 El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más
adentro, y les aseguró los pies en el cepo.
16:25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los
presos los oían.
16:26 Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los
cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas,
y las cadenas de todos se soltaron.
16:27 Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel,
sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido.
16:28 Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues
todos estamos aquí.
16:29 El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se
postró a los pies de Pablo y de Silas;
16:30 y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
16:31 Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu
casa.
16:32 Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en
su casa.
16:33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las
heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.
16:34 Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su
casa de haber creído a Dios.
16:35 Cuando fue de día, los magistrados enviaron alguaciles a decir: Suelta
a aquellos hombres.
16:36 Y el carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: Los magistrados han
mandado a decir que se os suelte; así que ahora salid, y marchaos en paz.
16:37 Pero Pablo les dijo: Después de azotarnos públicamente sin sentencia
judicial, siendo ciudadanos romanos, nos echaron en la cárcel, ¿y ahora nos
echan encubiertamente? No, por cierto, sino vengan ellos mismos a sacarnos.
16:38 Y los alguaciles hicieron saber estas palabras a los magistrados, los
cuales tuvieron miedo al oír que eran romanos.
16:39 Y viniendo, les rogaron; y sacándolos, les pidieron que salieran de la
ciudad.
16:40 Entonces, saliendo de la cárcel, entraron en casa de Lidia, y habiendo
visto a los hermanos, los consolaron, y se fueron.
Capítulo 17
El alboroto en Tesalónica
17:1 Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una
sinagoga de los judíos.
17:2 Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo
discutió con ellos,
17:3 declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario
que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os
anuncio, decía él, es el Cristo.
17:4 Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de
los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas.
17:5 Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a
algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad; y
asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo.
17:6 Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos ante las
autoridades de la ciudad, gritando: Estos que trastornan el mundo entero también
han venido acá;
17:7 a los cuales Jasón ha recibido; y todos éstos contravienen los decretos
de César, diciendo que hay otro rey, Jesús.
17:8 Y alborotaron al pueblo y a las autoridades de la ciudad, oyendo estas
cosas.
17:9 Pero obtenida fianza de Jasón y de los demás, los soltaron.
Pablo y Silas en Berea
17:10 Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta
Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos.
17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues
recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras
para ver si estas cosas eran así.
17:12 Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y
no pocos hombres.
17:13 Cuando los judíos de Tesalónica supieron que también en Berea era
anunciada la palabra de Dios por Pablo, fueron allá, y también alborotaron a las
multitudes.
17:14 Pero inmediatamente los hermanos enviaron a Pablo que fuese hacia el
mar; y Silas y Timoteo se quedaron allí.
17:15 Y los que se habían encargado de conducir a Pablo le llevaron a
Atenas; y habiendo recibido orden para Silas y Timoteo, de que viniesen a él lo
más pronto que pudiesen, salieron.
Pablo en Atenas
17:16 Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo
la ciudad entregada a la idolatría.
17:17 Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la
plaza cada día con los que concurrían.
17:18 Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con
él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es
predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la
resurrección.
17:19 Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es
esta nueva enseñanza de que hablas?
17:20 Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué
quiere decir esto.
17:21 (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en
ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.)
17:22 Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones
atenienses, en todo observo que sois muy religiosos;
17:23 porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar
en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros
adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio.
17:24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo
Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas,
17:25 ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues
él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.
17:26 Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que
habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los
tiempos, y los límites de su habitación;
17:27 para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan
hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros.
17:28 Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros
propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos.
17:29 Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea
semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de
hombres.
17:30 Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia,
ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;
17:31 por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con
justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle
levantado de los muertos.
17:32 Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se
burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez.
17:33 Y así Pablo salió de en medio de ellos.
17:34 Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales estaba
Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.
Capítulo 18
Pablo en Corinto
18:1 Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto.
18:2 Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de
Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los
judíos saliesen de Roma. Fue a ellos,
18:3 y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos,
pues el oficio de ellos era hacer tiendas.
18:4 Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a
judíos y a griegos.
18:5 Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba entregado
por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús
era el Cristo.
18:6 Pero oponiéndose y blasfemando éstos, les dijo, sacudiéndose los
vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde
ahora me iré a los gentiles.
18:7 Y saliendo de allí, se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de
Dios, la cual estaba junto a la sinagoga.
18:8 Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su
casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados.
18:9 Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche:
No temas, sino habla, y no calles;
18:10 porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre
ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.
18:11 Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios.
18:12 Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron de
común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal,
18:13 diciendo: Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley.
18:14 Y al comenzar Pablo a hablar, Galión dijo a los judíos: Si fuera algún
agravio o algún crimen enorme, oh judíos, conforme a derecho yo os toleraría.
18:15 Pero si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley,
vedlo vosotros; porque yo no quiero ser juez de estas cosas.
18:16 Y los echó del tribunal.
18:17 Entonces todos los griegos, apoderándose de Sóstenes, principal de la
sinagoga, le golpeaban delante del tribunal; pero a Galión nada se le daba de
ello.
18:18 Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se
despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila,
habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto.
18:19 Y llegó a Efeso, y los dejó allí; y entrando en la sinagoga, discutía
con los judíos,
18:20 los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no
accedió,
18:21 sino que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso
yo guarde en Jerusalén la fiesta que viene; pero otra vez volveré a vosotros, si
Dios quiere. Y zarpó de Efeso.
Pablo regresa a Antioquía y comienza su tercer viaje misionero
18:22 Habiendo arribado a Cesarea, subió para saludar a la iglesia, y luego
descendió a Antioquía.
18:23 Y después de estar allí algún tiempo, salió, recorriendo por orden la
región de Galacia y de Frigia, confirmando a todos los discípulos.
Apolos predica en Efeso
18:24 Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría,
varón elocuente, poderoso en las Escrituras.
18:25 Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu
fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque
solamente conocía el bautismo de Juan.
18:26 Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron
Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino
de Dios.
18:27 Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron
a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a
los que por la gracia habían creído;
18:28 porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos,
demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.
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