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Capítulo 11
11:1 Jefté galaadita era esforzado y valeroso;
era hijo de una mujer ramera, y el padre de Jefté era Galaad.
11:2 Pero la mujer de Galaad le dio hijos, los cuales, cuando crecieron,
echaron fuera a Jefté, diciéndole: No heredarás en
la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer.
11:3 Huyó, pues, Jefté de sus hermanos, y habitó
en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres ociosos, los cuales
salían con él.
11:4 Aconteció andando el tiempo, que los hijos de Amón
hicieron guerra contra Israel.
11:5 Y cuando los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel,
los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob;
11:6 y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro jefe, para
que peleemos contra los hijos de Amón.
11:7 Jefté respondió a los ancianos de Galaad: ¿No
me aborrecisteis vosotros, y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por
qué, pues, venís ahora a mí cuando estáis en
aflicción?
11:8 Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Por esta
misma causa volvemos ahora a ti, para que vengas con nosotros y pelees
contra los hijos de Amón, y seas caudillo de todos los que moramos
en Galaad.
11:9 Jefté entonces dijo a los ancianos de Galaad: Si me hacéis
volver para que pelee contra los hijos de Amón, y Jehová
los entregare delante de mí, ¿seré yo vuestro caudillo?
11:10 Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Jehová
sea testigo entre nosotros, si no hiciéremos como tú dices.
11:11 Entonces Jefté vino con los ancianos de Galaad, y el pueblo
lo eligió por su caudillo y jefe; y Jefté habló todas
sus palabras delante de Jehová en Mizpa.
11:12 Y envió Jefté mensajeros al rey de los amonitas,
diciendo: ¿Qué tienes tú conmigo, que has venido a
mí para hacer guerra contra mi tierra?
11:13 El rey de los amonitas respondió a los mensajeros de Jefté:
Por cuanto Israel tomó mi tierra, cuando subió de Egipto,
desde Arnón hasta Jaboc y el Jordán; ahora, pues, devuélvela
en paz.
11:14 Y Jefté volvió a enviar otros mensajeros al rey
de los amonitas,
11:15 para decirle: Jefté ha dicho así: Israel no tomó
tierra de Moab, ni tierra de los hijos de Amón.
11:16 Porque cuando Israel subió de Egipto, anduvo por el desierto
hasta el Mar Rojo, y llegó a Cades.
11:17 Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom, diciendo:
Yo te ruego que me dejes pasar por tu tierra; pero el rey de Edom no los
escuchó.
Envió también al rey de Moab, el cual tampoco quiso; se quedó,
por tanto, Israel en Cades.
11:18 Después, yendo por el desierto, rodeó la tierra
de Edom
y la tierra de Moab, y viniendo por el lado oriental de la tierra de Moab,
acampó al otro lado de Arnón, y no entró en territorio
de Moab; porque Arnón es territorio de Moab.
11:19 Y envió Israel mensajeros a Sehón rey de los amorreos,
rey de Hesbón, diciéndole: Te ruego que me dejes pasar por
tu tierra hasta mi lugar.
11:20 Mas Sehón no se fio de Israel para darle paso por su territorio,
sino que reuniendo Sehón toda su gente, acampó en Jahaza,
y peleó contra Israel.
11:21 Pero Jehová Dios de Israel entregó a Sehón
y a todo su pueblo en mano de Israel, y los derrotó; y se apoderó
Israel de toda la tierra de los amorreos que habitaban en aquel país.
11:22 Se apoderaron también de todo el territorio del amorreo
desde Arnón hasta Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán.
11:23 Así que, lo que Jehová Dios de Israel desposeyó
al amorreo delante de su pueblo Israel, ¿pretendes tú apoderarte
de él?
11:24 Lo que te hiciere poseer Quemos tu dios, ¿no lo poseerías
tú? Así, todo lo que desposeyó Jehová nuestro
Dios delante de nosotros, nosotros lo poseeremos.
11:25 ¿Eres tú ahora mejor en algo que Balac hijo de
Zipor, rey de Moab?
¿Tuvo él cuestión contra Israel, o hizo guerra contra
ellos?
11:26 Cuando Israel ha estado habitando por trescientos años
a Hesbón y sus aldeas, a Aroer y sus aldeas, y todas las ciudades
que están en el territorio de Arnón, ¿por qué
no las habéis recobrado en ese tiempo?
11:27 Así que, yo nada he pecado contra ti, mas tú haces
mal conmigo peleando contra mí. Jehová, que es el juez, juzgue
hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.
11:28 Mas el rey de los hijos de Amón no atendió a las
razones que Jefté le envió.
11:29 Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté;
y pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó
a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón.
11:30 Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares
a los amonitas en mis manos,
11:31 cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme,
cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová,
y lo ofreceré en holocausto.
11:32 Y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear
contra ellos; y Jehová los entregó en su mano.
11:33 Y desde Aroer hasta llegar a Minit, veinte ciudades, y hasta
la vega de las viñas, los derrotó con muy grande estrago.
Así fueron sometidos los amonitas por los hijos de Israel.
11:34 Entonces volvió Jefté a Mizpa, a su casa; y he
aquí su hija que salía a recibirle con panderos y danzas,
y ella era sola, su hija única; no tenía fuera de ella hijo
ni hija.
11:35 Y cuando él la vio, rompió sus vestidos, diciendo:
¡Ay, hija mía! en verdad me has abatido, y tú misma
has venido a ser causa de mi dolor; porque le he dado palabra a Jehová,
y no podré retractarme.
11:36 Ella entonces le respondió: Padre mío, si le has
dado palabra a Jehová, haz de mí conforme a lo que prometiste,
ya que Jehová ha hecho venganza en tus enemigos los hijos de Amón.
11:37 Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto: déjame
por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad,
yo y mis compañeras.
11:38 El entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos meses. Y ella
fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes.
11:39 Pasados los dos meses volvió a su padre, quien hizo de
ella conforme al voto que había hecho. Y ella nunca conoció
varón.
11:40 Y se hizo costumbre en Israel, que de año en año
fueran las doncellas de Israel a endechar a la hija de Jefté galaadita,
cuatro días en el año.
Capítulo 12
12:1 Entonces se reunieron los varones de Efraín, y pasaron hacia
el norte, y dijeron a Jefté: ¿Por qué fuiste a hacer
guerra contra los hijos de Amón, y no nos llamaste para que fuéramos
contigo? Nosotros quemaremos tu casa contigo.
12:2 Y Jefté les respondió: Yo y mi pueblo teníamos
una gran contienda con los hijos de Amón, y os llamé, y no
me defendisteis de su mano.
12:3 Viendo, pues, que no me defendíais, arriesgué mi
vida, y pasé contra los hijos de Amón, y Jehová me
los entregó; ¿por qué, pues, habéis subido
hoy contra mí para pelear conmigo?
12:4 Entonces reunió Jefté a todos los varones de Galaad,
y peleó contra Efraín; y los de Galaad derrotaron a Efraín,
porque habían dicho: Vosotros sois fugitivos de Efraín, vosotros
los galaaditas, en medio de Efraín y de Manasés.
12:5 Y los galaaditas tomaron los vados del Jordán a los de
Efraín; y aconteció que cuando decían los fugitivos
de Efraín: Quiero pasar, los de Galaad les preguntaban: ¿Eres
tú efrateo? Si él respondía: No,
12:6 entonces le decían: Ahora, pues, di Shibolet. Y él
decía Sibolet; porque no podía pronunciarlo correctamente.
Entonces le echaban mano, y le degollaban junto a los vados del Jordán.
Y murieron entonces de los de Efraín cuarenta y dos mil.
12:7 Y Jefté juzgó a Israel seis años; y murió
Jefté galaadita, y fue sepultado en una de las ciudades de Galaad.
Ibzán, Elón y Abdón, jueces de Israel
12:8 Después de él juzgó a Israel Ibzán
de Belén,
12:9 el cual tuvo treinta hijos y treinta hijas, las cuales casó
fuera, y tomó de fuera treinta hijas para sus hijos; y juzgó
a Israel siete años.
12:10 Y murió Ibzán, y fue sepultado en Belén.
12:11 Después de él juzgó a Israel Elón
zabulonita, el cual juzgó a Israel diez años.
12:12 Y murió Elón zabulonita, y fue sepultado en Ajalón
en la tierra de Zabulón.
12:13 Después de él juzgó a Israel Abdón
hijo de Hilel, piratonita.
12:14 Este tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que cabalgaban sobre
setenta asnos; y juzgó a Israel ocho años.
12:15 Y murió Abdón hijo de Hilel piratonita, y fue sepultado
en Piratón, en la tierra de Efraín, en el monte de Amalec.
Capítulo 13
Nacimiento de Sansón
13:1 Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová;
y Jehová los entregó en mano de los filisteos por cuarenta
años.
13:2 Y había un hombre de Zora, de la tribu de Dan, el cual
se llamaba Manoa; y su mujer era estéril, y nunca había tenido
hijos.
13:3 A esta mujer apareció el ángel de Jehová,
y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y nunca has
tenido hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo.
13:4 Ahora, pues, no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda.
13:5 Pues he aquí que concebirás y darás a luz
un hijo; y navaja no pasará sobre su cabeza, porque el niño
será nazareo
a Dios desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel
de mano de los filisteos.
13:6 Y la mujer vino y se lo contó a su marido, diciendo: Un
varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era como el aspecto
de un ángel de Dios, temible en gran manera; y no le pregunté
de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre.
13:7 Y me dijo: He aquí que tú concebirás, y darás
a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa
inmunda, porque este niño será nazareo a Dios desde su nacimiento
hasta el día de su muerte.
13:8 Entonces oró Manoa a Jehová, y dijo: Ah, Señor
mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, vuelva
ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con
el niño que ha de nacer.
13:9 Y Dios oyó la voz de Manoa; y el ángel de Dios volvió
otra vez a la mujer, estando ella en el campo; mas su marido Manoa no estaba
con ella.
13:10 Y la mujer corrió prontamente a avisarle a su marido,
diciéndole: Mira que se me ha aparecido aquel varón que vino
a mí el otro día.
13:11 Y se levantó Manoa, y siguió a su mujer; y vino
al varón y le dijo: ¿Eres tú aquel varón que
habló a la mujer? Y él dijo: Yo soy.
13:12 Entonces Manoa dijo: Cuando tus palabras se cumplan, ¿cómo
debe ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer
con él?
13:13 Y el ángel de Jehová respondió a Manoa:
La mujer se guardará de todas las cosas que yo le dije.
13:14 No tomará nada que proceda de la vid; no beberá
vino ni sidra, y no comerá cosa inmunda; guardará todo lo
que le mandé.
13:15 Entonces Manoa dijo al ángel de Jehová: Te ruego
nos permitas detenerte, y te prepararemos un cabrito.
13:16 Y el ángel de Jehová respondió a Manoa:
Aunque me detengas, no comeré de tu pan; mas si quieres hacer holocausto,
ofrécelo a Jehová. Y no sabía Manoa que aquél
fuese ángel de Jehová.
13:17 Entonces dijo Manoa al ángel de Jehová: ¿Cuál
es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos?
13:18 Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por
qué preguntas por mi nombre, que es admirable?
13:19 Y Manoa tomó un cabrito y una ofrenda, y los ofreció
sobre una peña a Jehová; y el ángel hizo milagro ante
los ojos de Manoa y de su mujer.
13:20 Porque aconteció que cuando la llama subía del
altar hacia el cielo, el ángel de Jehová subió en
la llama del altar ante los ojos de Manoa y de su mujer, los cuales se
postraron en tierra.
13:21 Y el ángel de Jehová no volvió a aparecer
a Manoa ni a su mujer. Entonces conoció Manoa que era el ángel
de Jehová.
13:22 Y dijo Manoa a su mujer: Ciertamente moriremos, porque a Dios
hemos visto.
13:23 Y su mujer le respondió: Si Jehová nos quisiera
matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda,
ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habría anunciado
esto.
13:24 Y la mujer dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón.
Y el niño creció, y Jehová lo bendijo.
13:25 Y el Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse
en él en los campamentos de Dan, entre Zora y Estaol.
Capítulo 14
Sansón y la mujer filistea de Timnat
14:1 Descendió Sansón a Timnat, y vio en Timnat a una mujer
de las hijas de los filisteos.
14:2 Y subió, y lo declaró a su padre y a su madre, diciendo:
Yo he visto en Timnat una mujer de las hijas de los filisteos; os ruego
que me la toméis por mujer.
14:3 Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las
hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú
a tomar mujer de los filisteos incircuncisos? Y Sansón respondió
a su padre: Tómame ésta por mujer, porque ella me agrada.
14:4 Mas su padre y su madre no sabían que esto venía
de Jehová, porque él buscaba ocasión contra los filisteos;
pues en aquel tiempo los filisteos dominaban sobre Israel.
14:5 Y Sansón descendió con su padre y con su madre a
Timnat; y cuando llegaron a las viñas de Timnat, he aquí
un león joven que venía rugiendo hacia él.
14:6 Y el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón,
quien despedazó al león como quien despedaza un cabrito,
sin tener nada en su mano; y no declaró ni a su padre ni a su madre
lo que había hecho.
14:7 Descendió, pues, y habló a la mujer; y ella agradó
a Sansón.
14:8 Y volviendo después de algunos días para tomarla,
se apartó del camino para ver el cuerpo muerto del león;
y he aquí que en el cuerpo del león había un enjambre
de abejas, y un panal de miel.
14:9 Y tomándolo en sus manos, se fue comiéndolo por
el camino; y cuando alcanzó a su padre y a su madre, les dio también
a ellos que comiesen; mas no les descubrió que había tomado
aquella miel del cuerpo del león.
14:10 Vino, pues, su padre adonde estaba la mujer, y Sansón
hizo allí banquete; porque así solían hacer los jóvenes.
14:11 Y aconteció que cuando ellos le vieron, tomaron treinta
compañeros para que estuviesen con él.
14:12 Y Sansón les dijo: Yo os propondré ahora un enigma,
y si en los siete días del banquete me lo declaráis y descifráis,
yo os daré treinta vestidos de lino y treinta vestidos de fiesta.
14:13 Mas si no me lo podéis declarar, entonces vosotros me
daréis a mí los treinta vestidos de lino y los vestidos de
fiesta. Y ellos respondieron: Propón tu enigma, y lo oiremos.
14:14 Entonces les dijo:
Del devorador salió comida,
Y del fuerte salió dulzura.
Y ellos no pudieron declararle el enigma en tres días.
14:15 Al séptimo día dijeron a la mujer de Sansón:
Induce a tu marido a que nos declare este enigma, para que no te quememos
a ti y a la casa de tu padre. ¿Nos habéis llamado aquí
para despojarnos?
14:16 Y lloró la mujer de Sansón en presencia de él,
y dijo: Solamente me aborreces, y no me amas, pues no me declaras el enigma
que propusiste a los hijos de mi pueblo. Y él respondió:
He aquí que ni a mi padre ni a mi madre lo he declarado, ¿y
te lo había de declarar a ti?
14:17 Y ella lloró en presencia de él los siete días
que ellos tuvieron banquete; mas al séptimo día él
se lo declaró, porque le presionaba; y ella lo declaró a
los hijos de su pueblo.
14:18 Al séptimo día, antes que el sol se pusiese, los
de la ciudad le dijeron:
¿Qué cosa más dulce que la miel?
¿Y qué cosa más fuerte que el león?
Y él les respondió:
Si no araseis con mi novilla,
Nunca hubierais descubierto mi enigma.
14:19 Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y
descendió a Ascalón y mató a treinta hombres de ellos;
y tomando sus despojos, dio las mudas de vestidos a los que habían
explicado el enigma; y encendido en enojo se volvió a la casa de
su padre.
14:20 Y la mujer de Sansón fue dada a su compañero, al
cual él había tratado como su amigo.
Capítulo 15
15:1 Aconteció después de algún tiempo, que en los
días de la siega del trigo Sansón visitó a su mujer
con un cabrito, diciendo: Entraré a mi mujer en el aposento. Mas
el padre de ella no lo dejó entrar.
15:2 Y dijo el padre de ella: Me persuadí de que la aborrecías,
y la di a tu compañero. Mas su hermana menor, ¿no es más
hermosa que ella? Tómala, pues, en su lugar.
15:3 Entonces le dijo Sansón: Sin culpa seré esta vez
respecto de los filisteos, si mal les hiciere.
15:4 Y fue Sansón y cazó trescientas zorras, y tomó
teas, y juntó cola con cola, y puso una tea entre cada dos colas.
15:5 Después, encendiendo las teas, soltó las zorras
en los sembrados de los filisteos, y quemó las mieses amontonadas
y en pie, viñas y olivares.
15:6 Y dijeron los filisteos: ¿Quién hizo esto? Y les
contestaron: Sansón, el yerno del timnateo, porque le quitó
su mujer y la dio a su compañero. Y vinieron los filisteos y la
quemaron a ella y a su padre.
15:7 Entonces Sansón les dijo: Ya que así habéis
hecho, juro que me vengaré de vosotros, y después desistiré.
15:8 Y los hirió cadera y muslo con gran mortandad; y descendió
y habitó en la cueva de la peña de Etam.
Sansón derrota a los filisteos en Lehi
15:9 Entonces los filisteos subieron y acamparon en Judá, y se
extendieron por Lehi.
15:10 Y los varones de Judá les dijeron: ¿Por qué
habéis subido contra nosotros? Y ellos respondieron: A prender a
Sansón hemos subido, para hacerle como él nos ha hecho.
15:11 Y vinieron tres mil hombres de Judá a la cueva de la peña
de Etam, y dijeron a Sansón: ¿No sabes tú que los
filisteos dominan sobre nosotros? ¿Por qué nos has hecho
esto? Y él les respondió: Yo les he hecho como ellos me hicieron.
15:12 Ellos entonces le dijeron: Nosotros hemos venido para prenderte
y entregarte en mano de los filisteos. Y Sansón les respondió:
Juradme que vosotros no me mataréis.
15:13 Y ellos le respondieron, diciendo: No; solamente te prenderemos,
y te entregaremos en sus manos; mas no te mataremos. Entonces le ataron
con dos cuerdas nuevas, y le hicieron venir de la peña.
15:14 Y así que vino hasta Lehi, los filisteos salieron gritando
a su encuentro; pero el Espíritu de Jehová vino sobre él,
y las cuerdas que estaban en sus brazos se volvieron como lino quemado
con fuego, y las ataduras se cayeron de sus manos.
15:15 Y hallando una quijada de asno fresca aún, extendió
la mano y la tomó, y mató con ella a mil hombres.
15:16 Entonces Sansón dijo:
Con la quijada de un asno, un montón, dos montones;
Con la quijada de un asno maté a mil hombres.
15:17 Y acabando de hablar, arrojó de su mano la quijada, y
llamó a aquel lugar Ramat-lehi.
15:18 Y teniendo gran sed, clamó luego a Jehová, y dijo:
Tú has dado esta grande salvación por mano de tu siervo;
¿y moriré yo ahora de sed, y caeré en mano de los
incircuncisos?
15:19 Entonces abrió Dios la cuenca que hay en Lehi; y salió
de allí agua, y él bebió, y recobró su espíritu,
y se reanimó. Por esto llamó el nombre de aquel lugar, En-hacore,
el cual está en Lehi, hasta hoy.
15:20 Y juzgó a Israel en los días de los filisteos veinte
años.
Capítulo 16
Sansón en Gaza
16:1 Fue Sansón a Gaza, y vio allí a una mujer ramera, y
se llegó a ella.
16:2 Y fue dicho a los de Gaza: Sansón ha venido acá.
Y lo rodearon, y acecharon toda aquella noche a la puerta de la ciudad;
y estuvieron callados toda aquella noche, diciendo: Hasta la luz de la
mañana; entonces lo mataremos.
16:3 Mas Sansón durmió hasta la medianoche; y a la medianoche
se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares
y su cerrojo, se las echó al hombro, y se fue y las subió
a la cumbre del monte que está delante de Hebrón.
Sansón y Dalila
16:4 Después de esto aconteció que se enamoró de
una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila.
16:5 Y vinieron a ella los príncipes de los filisteos, y le
dijeron: Engáñale e infórmate en qué consiste
su gran fuerza, y cómo lo podríamos vencer, para que lo atemos
y lo dominemos; y cada uno de nosotros te dará mil cien siclos de
plata.
16:6 Y Dalila dijo a Sansón: Yo te ruego que me declares en
qué consiste tu gran fuerza, y cómo podrás ser atado
para ser dominado.
16:7 Y le respondió Sansón: Si me ataren con siete mimbres
verdes que aún no estén enjutos, entonces me debilitaré
y seré como cualquiera de los hombres.
16:8 Y los príncipes de los filisteos le trajeron siete mimbres
verdes que aún no estaban enjutos, y ella le ató con ellos.
16:9 Y ella tenía hombres en acecho en el aposento. Entonces
ella le dijo: ¡Sansón, los filisteos contra ti! Y él
rompió los mimbres, como se rompe una cuerda de estopa cuando toca
el fuego; y no se supo el secreto de su fuerza.
16:10 Entonces Dalila dijo a Sansón: He aquí tú
me has engañado, y me has dicho mentiras; descúbreme, pues,
ahora, te ruego, cómo podrás ser atado.
16:11 Y él le dijo: Si me ataren fuertemente con cuerdas nuevas
que no se hayan usado, yo me debilitaré, y seré como cualquiera
de los hombres.
16:12 Y Dalila tomó cuerdas nuevas, y le ató con ellas,
y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y los espías
estaban en el aposento. Mas él las rompió de sus brazos como
un hilo.
16:13 Y Dalila dijo a Sansón: Hasta ahora me engañas,
y tratas conmigo con mentiras. Descúbreme, pues, ahora, cómo
podrás ser atado. El entonces le dijo: Si tejieres siete guedejas
de mi cabeza con la tela y las asegurares con la estaca.
16:14 Y ella las aseguró con la estaca, y le dijo: ¡Sansón,
los filisteos sobre ti! Mas despertando él de su sueño, arrancó
la estaca del telar con la tela.
16:15 Y ella le dijo: ¿Cómo dices: Yo te amo, cuando
tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres
veces, y no me has descubierto aún en qué consiste tu gran
fuerza.
16:16 Y aconteció que, presionándole ella cada día
con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal
angustia.
16:17 Le descubrió, pues, todo su corazón, y le djio:
Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde
el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de
mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres.
16:18 Viendo Dalila que él le había descubierto todo
su corazón, envió a llamar a los principales de los filisteos,
diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón.
Y los principales de los filisteos vinieron a ella, trayendo en su mano
el dinero.
16:19 Y ella hizo que él se durmiese sobre sus rodillas, y llamó
a un hombre, quien le rapó las siete guedejas de su cabeza; y ella
comenzó a afligirlo, pues su fuerza se apartó de él.
16:20 Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego
que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré
como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que
Jehová ya se había apartado de él.
16:21 Mas los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos, y le
llevaron a Gaza; y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel.
16:22 Y el cabello de su cabeza comenzó a crecer, después
que fue rapado.
Muerte de Sansón
16:23 Entonces los principales de los filisteos se juntaron para ofrecer
sacrificio a Dagón su dios y para alegrarse; y dijeron: Nuestro
dios entregó en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo.
16:24 Y viéndolo el pueblo, alabaron a su dios, diciendo: Nuestro
dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, y al destruidor
de nuestra tierra, el cual había dado muerte a muchos de nosotros.
16:25 Y aconteció que cuando sintieron alegría en su
corazón, dijeron: Llamad a Sansón, para que nos divierta.
Y llamaron a Sansón de la cárcel, y sirvió de juguete
delante de ellos; y lo pusieron entre las columnas.
16:26 Entonces Sansón dijo al joven que le guiaba de la mano:
Acércame, y hazme palpar las columnas sobre las que descansa la
casa, para que me apoye sobre ellas.
16:27 Y la casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los principales
de los filisteos estaban allí; y en el piso alto había como
tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sansón.
16:28 Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo:
Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme,
te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza
de los filisteos por mis dos ojos.
16:29 Asió luego Sansón las dos columnas de en medio,
sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre ellas,
su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra.
16:30 Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se
inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales,
y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir
fueron muchos más que los que había matado durante su vida.
16:31 Y descendieron sus hermanos y toda la casa de su padre, y le
tomaron, y le llevaron, y le sepultaron entre Zora y Estaol, en el sepulcro
de su padre Manoa. Y él juzgó a Israel veinte años.
Capítulo 17
Las imágenes y el sacerdote de Micaía
17:1 Hubo un hombre del monte de Efraín, que se llamaba Micaía,
17:2 el cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata
que te fueron hurtados, acerca de los cuales maldijiste, y de los cuales
me hablaste, he aquí el dinero está en mi poder; yo lo tomé.
Entonces la madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío.
17:3 Y él devolvió los mil cien siclos de plata
a su madre; y su madre dijo: En verdad he dedicado el dinero a Jehová
por mi hijo, para hacer una imagen de talla y una de fundición;
ahora, pues, yo te lo devuelvo.
17:4 Mas él devolvió el dinero a su madre, y tomó
su madre doscientos siclos de plata
y los dio al fundidor, quien hizo de ellos una imagen de talla y una de
fundición, la cual fue puesta en la casa de Micaía.
17:5 Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo efod y
terafines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote.
17:6 En aquellos días no había rey en Israel; cada uno
hacía lo que bien le parecía.
17:7 Y había un joven de Belén de Judá, de la
tribu de Judá, el cual era levita, y forastero allí.
17:8 Este hombre partió de la ciudad de Belén de Judá
para ir a vivir donde pudiera encontrar lugar; y llegando en su camino
al monte de Efraín, vino a casa de Micaía.
17:9 Y Micaía le dijo: ¿De dónde vienes? Y el
levita le respondió: Soy de Belén de Judá, y voy a
vivir donde pueda encontrar lugar.
17:10 Entonces Micaía le dijo: Quédate en mi casa, y
serás para mí padre y sacerdote; y yo te daré diez
siclos de plata
por año, vestidos y comida. Y el levita se quedó.
17:11 Agradó, pues, al levita morar con aquel hombre, y fue
para él como uno de sus hijos.
17:12 Y Micaía consagró al levita, y aquel joven le servía
de sacerdote, y permaneció en casa de Micaía.
17:13 Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me prosperará,
porque tengo un levita por sacerdote.
Capítulo 18
Micaía y los hombres de Dan
18:1 En aquellos días no había rey en Israel. Y en aquellos
días la tribu de Dan buscaba posesión para sí donde
habitar, porque hasta entonces no había tenido posesión entre
las tribus de Israel.
18:2 Y los hijos de Dan enviaron de su tribu cinco hombres de entre
ellos, hombres valientes, de Zora y Estaol, para que reconociesen y explorasen
bien la tierra; y les dijeron: Id y reconoced la tierra. Estos vinieron
al monte de Efraín, hasta la casa de Micaía, y allí
posaron.
18:3 Cuando estaban cerca de la casa de Micaía, reconocieron
la voz del joven levita; y llegando allá, le dijeron: ¿Quién
te ha traído acá? ¿y qué haces aquí?
¿y qué tienes tú por aquí?
18:4 El les respondió: De esta y de esta manera ha hecho conmigo
Micaía, y me ha tomado para que sea su sacerdote.
18:5 Y ellos le dijeron: Pregunta, pues, ahora a Dios, para que sepamos
si ha de prosperar este viaje que hacemos.
18:6 Y el sacerdote les respondió: Id en paz; delante de Jehová
está vuestro camino en que andáis.
18:7 Entonces aquellos cinco hombres salieron, y vinieron a Lais; y
vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba seguro, ocioso y confiado,
conforme a la costumbre de los de Sidón, sin que nadie en aquella
región les perturbase en cosa alguna, ni había quien poseyese
el reino. Y estaban lejos de los sidonios, y no tenían negocios
con nadie.
18:8 Volviendo, pues, ellos a sus hermanos en Zora y Estaol, sus hermanos
les dijeron: ¿Qué hay? Y ellos respondieron:
18:9 Levantaos, subamos contra ellos; porque nosotros hemos explorado
la región, y hemos visto que es muy buena; ¿y vosotros no
haréis nada? No seáis perezosos en poneros en marcha para
ir a tomar posesión de la tierra.
18:10 Cuando vayáis, llegaréis a un pueblo confiado y
a una tierra muy espaciosa, pues Dios la ha entregado en vuestras manos;
lugar donde no hay falta de cosa alguna que haya en la tierra.
18:11 Entonces salieron de allí, de Zora y de Estaol, seiscientos
hombres de la familia de Dan, armados de armas de guerra.
18:12 Fueron y acamparon en Quiriat-jearim en Judá, por lo cual
llamaron a aquel lugar el campamento de Dan, hasta hoy; está al
occidente de Quiriat-jearim.
18:13 Y de allí pasaron al monte de Efraín, y vinieron
hasta la casa de Micaía.
18:14 Entonces aquellos cinco hombres que habían ido a reconocer
la tierra de Lais dijeron a sus hermanos: ¿No sabéis que
en estas casas hay efod y terafines, y una imagen de talla y una de fundición?
Mirad, por tanto, lo que habéis de hacer.
18:15 Cuando llegaron allá, vinieron a la casa del joven levita,
en casa de Micaía, y le preguntaron cómo estaba.
18:16 Y los seiscientos hombres, que eran de los hijos de Dan, estaban
armados de sus armas de guerra a la entrada de la puerta.
18:17 Y subiendo los cinco hombres que habían ido a reconocer
la tierra, entraron allá y tomaron la imagen de talla, el efod,
los terafines y la imagen de fundición, mientras estaba el sacerdote
a la entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados de armas
de guerra.
18:18 Entrando, pues, aquéllos en la casa de Micaía,
tomaron la imagen de talla, el efod, los terafines y la imagen de fundición.
Y el sacerdote les dijo: ¿Qué hacéis vosotros?
18:19 Y ellos le respondieron: Calla, pon la mano sobre tu boca, y
vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es
mejor que seas tú sacerdote en casa de un solo hombre, que de una
tribu y familia de Israel?
18:20 Y se alegró el corazón del sacerdote, el cual tomó
el efod y los terafines y la imagen, y se fue en medio del pueblo.
18:21 Y ellos se volvieron y partieron, y pusieron los niños,
el ganado y el bagaje por delante.
18:22 Cuando ya se habían alejado de la casa de Micaía,
los hombres que habitaban en las casas cercanas a la casa de Micaía
se juntaron y siguieron a los hijos de Dan.
18:23 Y dando voces a los de Dan, éstos volvieron sus rostros,
y dijeron a Micaía: ¿Qué tienes, que has juntado gente?
18:24 El respondió: Tomasteis mis dioses que yo hice y al sacerdote,
y os vais; ¿qué más me queda? ¿Por qué,
pues, me decís: ¿Qué tienes?
18:25 Y los hijos de Dan le dijeron: No des voces tras nosotros, no
sea que los de ánimo colérico os acometan, y pierdas también
tu vida y la vida de los tuyos.
18:26 Y prosiguieron los hijos de Dan su camino, y Micaía, viendo
que eran más fuertes que él, volvió y regresó
a su casa.
18:27 Y ellos, llevando las cosas que había hecho Micaía,
juntamente con el sacerdote que tenía, llegaron a Lais, al pueblo
tranquilo y confiado; y los hirieron a filo de espada, y quemaron la ciudad.
18:28 Y no hubo quien los defendiese, porque estaban lejos de Sidón,
y no tenían negocios con nadie. Y la ciudad estaba en el valle que
hay junto a Bet-rehob. Luego reedificaron la ciudad, y habitaron en ella.
18:29 Y llamaron el nombre de aquella ciudad Dan, conforme al nombre
de Dan su padre, hijo de Israel, bien que antes se llamaba la ciudad Lais.
18:30 Y los hijos de Dan levantaron para sí la imagen de talla;
y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él
y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan, hasta el día del
cautiverio de la tierra.
18:31 Así tuvieron levantada entre ellos la imagen de talla
que Micaía había hecho, todo el tiempo que la casa de Dios
estuvo en Silo.
Capítulo 19
El levita y su concubina
19:1 En aquellos días, cuando no había rey en Israel, hubo
un levita que moraba como forastero en la parte más remota del monte
de Efraín, el cual había tomado para sí mujer concubina
de Belén de Judá.
19:2 Y su concubina le fue infiel, y se fue de él a casa de
su padre, a Belén de Judá, y estuvo allá durante cuatro
meses.
19:3 Y se levantó su marido y la siguió, para hablarle
amorosamente y hacerla volver; y llevaba consigo un criado, y un par de
asnos; y ella le hizo entrar en la casa de su padre.
19:4 Y viéndole el padre de la joven, salió a recibirle
gozoso; y le detuvo su suegro, el padre de la joven, y quedó en
su casa tres días, comiendo y bebiendo y alojándose allí.
19:5 Al cuarto día, cuando se levantaron de mañana, se
levantó también el levita para irse; y el padre de la joven
dijo a su yerno: Conforta tu corazón con un bocado de pan, y después
os iréis.
19:6 Y se sentaron ellos dos juntos, y comieron y bebieron. Y el padre
de la joven dijo al varón: Yo te ruego que quieras pasar aquí
la noche, y se alegrará tu corazón.
19:7 Y se levantó el varón para irse, pero insistió
su suegro, y volvió a pasar allí la noche.
19:8 Al quinto día, levantándose de mañana para
irse, le dijo el padre de la joven: Conforta ahora tu corazón, y
aguarda hasta que decline el día. Y comieron ambos juntos.
19:9 Luego se levantó el varón para irse, él y
su concubina y su criado. Entonces su suegro, el padre de la joven, le
dijo: He aquí ya el día declina para anochecer, te ruego
que paséis aquí la noche; he aquí que el día
se acaba, duerme aquí, para que se alegre tu corazón; y mañana
os levantaréis temprano a vuestro camino y te irás a tu casa.
19:10 Mas el hombre no quiso pasar allí la noche, sino que se
levantó y se fue, y llegó hasta enfrente de Jebús,
que es Jerusalén, con su par de asnos ensillados, y su concubina.
19:11 Y estando ya junto a Jebús, el día había
declinado mucho; y dijo el criado a su señor: Ven ahora, y vámonos
a esta ciudad de los jebuseos, para que pasemos en ella la noche.
19:12 Y su señor le respondió: No iremos a ninguna ciudad
de extranjeros, que no sea de los hijos de Israel, sino que pasaremos hasta
Gabaa. Y dijo a su criado:
19:13 Ven, sigamos hasta uno de esos lugares, para pasar la noche en
Gabaa o en Ramá.
19:14 Pasando, pues, caminaron, y se les puso el sol junto a Gabaa
que era de Benjamín.
19:15 Y se apartaron del camino para entrar a pasar allí la
noche en Gabaa; y entrando, se sentaron en la plaza de la ciudad, porque
no hubo quien los acogiese en casa para pasar la noche.
19:16 Y he aquí un hombre viejo que venía de su trabajo
del campo al anochecer, el cual era del monte de Efraín, y moraba
como forastero en Gabaa; pero los moradores de aquel lugar eran hijos de
Benjamín.
19:17 Y alzando el viejo los ojos, vio a aquel caminante en la plaza
de la ciudad, y le dijo: ¿A dónde vas, y de dónde
vienes?
19:18 Y él respondió: Pasamos de Belén de Judá
a la parte más remota del monte de Efraín, de donde soy;
y había ido a Belén de Judá; mas ahora voy a la casa
de Jehová, y no hay quien me reciba en casa.
19:19 Nosotros tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y también
tenemos pan y vino para mí y para tu sierva, y para el criado que
está con tu siervo; no nos hace falta nada.
19:20 Y el hombre anciano dijo: Paz sea contigo; tu necesidad toda
quede solamente a mi cargo, con tal que no pases la noche en la plaza.
19:21 Y los trajo a su casa, y dio de comer a sus asnos; y se lavaron
los pies, y comieron y bebieron.
19:22 Pero cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de
aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa, golpeando a la puerta;
y hablaron al anciano, dueño de la casa, diciendo: Saca al hombre
que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos.
19:23 Y salió a ellos el dueño de la casa y les dijo:
No, hermanos míos, os ruego que no cometáis este mal; ya
que este hombre ha entrado en mi casa, no hagáis esta maldad.
19:24 He aquí mi hija virgen, y la concubina de él; yo
os las sacaré ahora; humilladlas y haced con ellas como os parezca,
y no hagáis a este hombre cosa tan infame.
19:25 Mas aquellos hombres no le quisieron oír; por lo que tomando
aquel hombre a su concubina, la sacó; y entraron a ella, y abusaron
de ella toda la noche hasta la mañana, y la dejaron cuando apuntaba
el alba.
19:26 Y cuando ya amanecía, vino la mujer, y cayó delante
de la puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta
que fue de día.
19:27 Y se levantó por la mañana su señor, y abrió
las puertas de la casa, y salió para seguir su camino; y he aquí
la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con
las manos sobre el umbral.
19:28 El le dijo: Levántate, y vámonos; pero ella no
respondió. Entonces la levantó el varón, y echándola
sobre su asno, se levantó y se fue a su lugar.
19:29 Y llegando a su casa, tomó un cuchillo, y echó
mano de su concubina, y la partió por sus huesos en doce partes,
y la envió por todo el territorio de Israel.
19:30 Y todo el que veía aquello, decía: Jamás
se ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo en que los hijos de Israel
subieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Considerad esto, tomad consejo,
y hablad.
Capítulo 20
La guerra contra Benjamín
20:1 Entonces salieron todos los hijos de Israel, y se reunió la
congregación como un solo hombre, desde Dan hasta Beerseba y la
tierra de Galaad, a Jehová en Mizpa.
20:2 Y los jefes de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel,
se hallaron presentes en la reunión del pueblo de Dios, cuatrocientos
mil hombres de a pie que sacaban espada.
20:3 Y los hijos de Benjamín oyeron que los hijos de Israel
habían subido a Mizpa. Y dijeron los hijos de Israel: Decid cómo
fue esta maldad.
20:4 Entonces el varón levita, marido de la mujer muerta, respondió
y dijo: Yo llegué a Gabaa de Benjamín con mi concubina, para
pasar allí la noche.
20:5 Y levantándose contra mí los de Gabaa, rodearon
contra mí la casa por la noche, con idea de matarme, y a mi concubina
la humillaron de tal manera que murió.
20:6 Entonces tomando yo mi concubina, la corté en pedazos,
y la envié por todo el territorio de la posesión de Israel,
por cuanto han hecho maldad y crimen en Israel.
20:7 He aquí todos vosotros sois hijos de Israel; dad aquí
vuestro parecer y consejo.
20:8 Entonces todo el pueblo, como un solo hombre, se levantó,
y dijeron: Ninguno de nosotros irá a su tienda, ni volverá
ninguno de nosotros a su casa.
20:9 Mas esto es ahora lo que haremos a Gabaa: contra ella subiremos
por sorteo.
20:10 Tomaremos diez hombres de cada ciento por todas las tribus de
Israel, y ciento de cada mil, y mil de cada diez mil, que lleven víveres
para el pueblo, para que yendo a Gabaa de Benjamín le hagan conforme
a toda la abominación que ha cometido en Israel.
20:11 Y se juntaron todos los hombres de Israel contra la ciudad, ligados
como un solo hombre.
20:12 Y las tribus de Israel enviaron varones por toda la tribu de
Benjamín, diciendo: ¿Qué maldad es esta que ha sido
hecha entre vosotros?
20:13 Entregad, pues, ahora a aquellos hombres perversos que están
en Gabaa, para que los matemos, y quitemos el mal de Israel. Mas los de
Benjamín no quisieron oír la voz de sus hermanos los hijos
de Israel,
20:14 sino que los de Benjamín se juntaron de las ciudades en
Gabaa, para salir a pelear contra los hijos de Israel.
20:15 Y fueron contados en aquel tiempo los hijos de Benjamín
de las ciudades, veintiséis mil hombres que sacaban espada, sin
los que moraban en Gabaa, que fueron por cuenta setecientos hombres escogidos.
20:16 De toda aquella gente había setecientos hombres escogidos,
que eran zurdos, todos los cuales tiraban una piedra con la honda a un
cabello, y no erraban.
20:17 Y fueron contados los varones de Israel, fuera de Benjamín,
cuatrocientos mil hombres que sacaban espada, todos estos hombres de guerra.
20:18 Luego se levantaron los hijos de Israel, y subieron a la casa
de Dios y consultaron a Dios, diciendo: ¿Quién subirá
de nosotros el primero en la guerra contra los hijos de Benjamín?
Y Jehová respondió: Judá será el primero.
20:19 Se levantaron, pues, los hijos de Israel por la mañana,
contra Gabaa.
20:20 Y salieron los hijos de Israel a combatir contra Benjamín,
y los varones de Israel ordenaron la batalla contra ellos junto a Gabaa.
20:21 Saliendo entonces de Gabaa los hijos de Benjamín, derribaron
por tierra aquel día veintidós mil hombres de los hijos de
Israel.
20:22 Mas reanimándose el pueblo, los varones de Israel volvieron
a ordenar la batalla en el mismo lugar donde la habían ordenado
el primer día.
20:23 Porque los hijos de Israel subieron y lloraron delante de Jehová
hasta la noche, y consultaron a Jehová, diciendo: ¿Volveremos
a pelear con los hijos de Benjamín nuestros hermanos? Y Jehová
les respondió: Subid contra ellos.
20:24 Por lo cual se acercaron los hijos de Israel contra los hijos
de Benjamín el segundo día.
20:25 Y aquel segundo día, saliendo Benjamín de Gabaa
contra ellos, derribaron por tierra otros dieciocho mil hombres de los
hijos de Israel, todos los cuales sacaban espada.
20:26 Entonces subieron todos los hijos de Israel, y todo el pueblo,
y vinieron a la casa de Dios; y lloraron, y se sentaron allí en
presencia de Jehová, y ayunaron aquel día hasta la noche;
y ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz delante de Jehová.
20:27 Y los hijos de Israel preguntaron a Jehová (pues el arca
del pacto de Dios estaba allí en aquellos días,
20:28 y Finees hijo de Eleazar, hijo de Aarón, ministraba delante
de ella en aquellos días), y dijeron: ¿Volveremos aún
a salir contra los hijos de Benjamín nuestros hermanos, para pelear,
o desistiremos? Y Jehová dijo: Subid, porque mañana yo os
los entregaré.
20:29 Y puso Israel emboscadas alrededor de Gabaa.
20:30 Subiendo entonces los hijos de Israel contra los hijos de Benjamín
el tercer día, ordenaron la batalla delante de Gabaa, como las otras
veces.
20:31 Y salieron los hijos de Benjamín al encuentro del pueblo,
alejándose de la ciudad; y comenzaron a herir a algunos del pueblo,
matándolos como las otras veces por los caminos, uno de los cuales
sube a Bet-el, y el otro a Gabaa en el campo; y mataron unos treinta hombres
de Israel.
20:32 Y los hijos de Benjamín decían: Vencidos son delante
de nosotros, como antes. Mas los hijos de Israel decían: Huiremos,
y los alejaremos de la ciudad hasta los caminos.
20:33 Entonces se levantaron todos los de Israel de su lugar, y se
pusieron en orden de batalla en Baal-tamar; y también las emboscadas
de Israel salieron de su lugar, de la pradera de Gabaa.
20:34 Y vinieron contra Gabaa diez mil hombres escogidos de todo Israel,
y la batalla arreciaba; mas ellos no sabían que ya el desastre se
acercaba a ellos.
20:35 Y derrotó Jehová a Benjamín delante de Israel;
y mataron los hijos de Israel aquel día a veinticinco mil cien hombres
de Benjamín, todos los cuales sacaban espada.
20:36 Y vieron los hijos de Benjamín que eran derrotados; y
los hijos de Israel cedieron campo a Benjamín, porque estaban confiados
en las emboscadas que habían puesto detrás de Gabaa.
20:37 Y los hombres de las emboscadas acometieron prontamente a Gabaa,
y avanzaron e hirieron a filo de espada a toda la ciudad.
20:38 Y era la señal concertada entre los hombres de Israel
y las emboscadas, que hiciesen subir una gran humareda de la ciudad.
20:39 Luego, pues, que los de Israel retrocedieron en la batalla, los
de Benjamín comenzaron a herir y matar a la gente de Israel como
treinta hombres, y ya decían: Ciertamente ellos han caído
delante de nosotros, como en la primera batalla.
20:40 Mas cuando la columna de humo comenzó a subir de la ciudad,
los de Benjamín miraron hacia atrás; y he aquí que
el humo de la ciudad subía al cielo.
20:41 Entonces se volvieron los hombres de Israel, y los de Benjamín
se llenaron de temor, porque vieron que el desastre había venido
sobre ellos.
20:42 Volvieron, por tanto, la espalda delante de Israel hacia el camino
del desierto; pero la batalla los alcanzó, y los que salían
de las ciudades los destruían en medio de ellos.
20:43 Así cercaron a los de Benjamín, y los acosaron
y hollaron desde Menúha hasta enfrente de Gabaa hacia donde nace
el sol.
20:44 Y cayeron de Benjamín dieciocho mil hombres, todos ellos
hombres de guerra.
20:45 Volviéndose luego, huyeron hacia el desierto, a la peña
de Rimón, y de ellos fueron abatidos cinco mil hombres en los caminos;
y fueron persiguiéndolos aun hasta Gidom, y mataron de ellos a dos
mil hombres.
20:46 Fueron todos los que de Benjamín murieron aquel día,
veinticinco mil hombres que sacaban espada, todos ellos hombres de guerra.
20:47 Pero se volvieron y huyeron al desierto a la peña de Rimón
seiscientos hombres, los cuales estuvieron en la peña de Rimón
cuatro meses.
20:48 Y los hombres de Israel volvieron sobre los hijos de Benjamín,
y los hirieron a filo de espada, así a los hombres de cada ciudad
como a las bestias y todo lo que fue hallado; asimismo pusieron fuego a
todas las ciudades que hallaban.
Capítulo 21
Mujeres para los benjamitas
21:1 Los varones de Israel habían jurado en Mizpa, diciendo: Ninguno
de nosotros dará su hija a los de Benjamín por mujer.
21:2 Y vino el pueblo a la casa de Dios, y se estuvieron allí
hasta la noche en presencia de Dios; y alzando su voz hicieron gran llanto,
y dijeron:
21:3 Oh Jehová Dios de Israel, ¿por qué ha sucedido
esto en Israel, que falte hoy de Israel una tribu?
21:4 Y al día siguiente el pueblo se levantó de mañana,
y edificaron allí altar, y ofrecieron holocaustos y ofrendas de
paz.
21:5 Y dijeron los hijos de Israel: ¿Quién de todas las
tribus de Israel no subió a la reunión delante de Jehová?
Porque se había hecho gran juramento contra el que no subiese a
Jehová en Mizpa, diciendo: Sufrirá la muerte.
21:6 Y los hijos de Israel se arrepintieron a causa de Benjamín
su hermano, y dijeron: Cortada es hoy de Israel una tribu.
21:7 ¿Qué haremos en cuanto a mujeres para los que han
quedado? Nosotros hemos jurado por Jehová que no les daremos nuestras
hijas por mujeres.
21:8 Y dijeron: ¿Hay alguno de las tribus de Israel que no haya
subido a Jehová en Mizpa? Y hallaron que ninguno de Jabes-galaad
había venido al campamento, a la reunión.
21:9 Porque fue contado el pueblo, y no hubo allí varón
de los moradores de Jabes-galaad.
21:10 Entonces la congregación envió allá a doce
mil hombres de los más valientes, y les mandaron, diciendo: Id y
herid a filo de espada a los moradores de Jabes-galaad, con las mujeres
y niños.
21:11 Pero haréis de esta manera: mataréis a todo varón,
y a toda mujer que haya conocido ayuntamiento de varón.
21:12 Y hallaron de los moradores de Jabes-galaad cuatrocientas doncellas
que no habían conocido ayuntamiento de varón, y las trajeron
al campamento en Silo, que está en la tierra de Canaán.
21:13 Toda la congregación envió luego a hablar a los
hijos de Benjamín que estaban en la peña de Rimón,
y los llamaron en paz.
21:14 Y volvieron entonces los de Benjamín, y les dieron por
mujeres las que habían guardado vivas de las mujeres de Jabes- galaad;
mas no les bastaron éstas.
21:15 Y el pueblo tuvo compasión de Benjamín, porque
Jehová había abierto una brecha entre las tribus de Israel.
21:16 Entonces los ancianos de la congregación dijeron: ¿Qué
haremos respecto de mujeres para los que han quedado? Porque fueron muertas
las mujeres de Benjamín.
21:17 Y dijeron: Tenga Benjamín herencia en los que han escapado,
y no sea exterminada una tribu de Israel.
21:18 Pero nosotros no les podemos dar mujeres de nuestras hijas, porque
los hijos de Israel han jurado diciendo: Maldito el que diere mujer a los
benjamitas.
21:19 Ahora bien, dijeron, he aquí cada año hay fiesta
solemne de Jehová en Silo, que está al norte de Bet-el, y
al lado oriental del camino que sube de Bet-el a Siquem, y al sur de Lebona.
21:20 Y mandaron a los hijos de Benjamín, diciendo: Id, y poned
emboscadas en las viñas,
21:21 y estad atentos; y cuando veáis salir a las hijas de Silo
a bailar en corros, salid de las viñas, y arrebatad cada uno mujer
para sí de las hijas de Silo, e idos a tierra de Benjamín.
21:22 Y si vinieren los padres de ellas o sus hermanos a demandárnoslas,
nosotros les diremos: Hacednos la merced de concedérnoslas, pues
que nosotros en la guerra no tomamos mujeres para todos; además,
no sois vosotros los que se las disteis, para que ahora seáis culpados.
21:23 Y los hijos de Benjamín lo hicieron así; y tomaron
mujeres conforme a su número, robándolas de entre las que
danzaban; y se fueron, y volvieron a su heredad, y reedificaron las ciudades,
y habitaron en ellas.
21:24 Entonces los hijos de Israel se fueron también de allí,
cada uno a su tribu y a su familia, saliendo de allí cada uno a
su heredad.
21:25 En estos días no había rey en Israel; cada uno
hacía lo que bien le parecía.
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